La participación: recuperación, hegemonía y neolengua.



“Llamamos, pues, ciudadanos de una ciudad al que tiene la facultad de intervenir en las funciones deliberativa y judicial de la misma, y ciudad en general, al número total de estos ciudadanos que basta para la suficiencia de la vida”
Aristóteles


Hoy en día podríamos decir tranquilamente:

La participación de los judíos en el holocausto fue un éxito rotundo.


Solo hay que analizar la mayoría de los ejemplos de participación que nos muestran ayuntamientos, empresas y otras entidades como éxitos y veremos que participación para ellos es:


Significado de participar en medios de comunicación y comunicados oficiales.
  • Sinónimo de asistir y/o estar.
  • Planificado de arriba hacia abajo.
  • Las personas ajenas al poder no intervienen en la toma de decisiones solo están presentes.
  • Se hace un simulacro de petición de opinión pero nadie la escucha ni abre dialogo.
  • En muchas ocasiones los "organizadores" sacan provecho del trabajo de los "participantes".

Sinembargo existe otra forma de entender el mismo concepto: 


Significado de participar clásico o desde una visión comunitaria.
  • Sinónimo de involucrarse y/o formar parte.
  • Planificado horizontalmente, en común.
  • Las personas se empoderan tomando decisiones de forma colectiva.
  • Esta abierto a la comunicación incorporando todas las ideas y opiniones posibles.
  • El trabajo conjunto repercute en provecho de los participantes y la comunidad.


Entonces, ¿estamos a favor o en contra de la participación?. Lo más fácil sería decir la participación es una mierda, no sirve para nada. Esta afirmación nos haría olvidar que la participación no es pasiva, la participación significa implicación y reparto de poder. Nos encontramos pues un concepto despojado de toda su capacidad transformadora al igual que esta pasando con otros conceptos como ecologismo, democracia, revolución, feminismo, riqueza, anarquía, libertad... conceptos e ideas manipuladas en el imaginario colectivo a conveniencia del pensamiento dominante.

Si tenemos claro que una mentira repetida mil veces acaba convirtiéndose en verdad. No cuesta imaginarse lo que pasa con un concepto vaciado de significado y cuyas implicaciones han sido simplificadas. Una buena mentira siempre tiene algo de verdad.

No nos queda otra opción que asombrarnos ante los avances de la neolengua, pronto logrará evitar que las personas cometamos algún crimental* ni que sea por despiste.


No solo ocurre el caso de conceptos despojados de su naturaleza transformardora como los que nombré arriba. En la lucha por definir "la realidad" unos conceptos bajan y otros son elevados a los altares convirtiéndose en incuestionables como mercado, empresario, progreso, banco, crecimiento, privado, emprendimiento etc... y no solo eso existen otros que directamente han desaparecido como el que cito siempre cuando se discute entre público y privado (que quieren decir mercado o estado): lo comunitario (de todos).

Aún así permitidme hablar un poquito de participación porque es un concepto con el cual estoy muy relacionado y del cual he podido ver en muy poco tiempo varias idas y venidas en la forma en que se entendía o se intentaba poner en marcha.
Primero lo aprendí como un concepto revolucionario cercano a la democracia directa y luego pude verlo rebrotar y dar paso a ideas más cercanas a una democracia participativa con el 15M, Occupy Wall Street, Nuit Debout y otros movimientos que reclamaban más participación de la gente en la toma de decisiones que repercuten en su día a día. Hoy lo veo agonizar en videos, carteles y propuestas públicas donde todo el mundo es participativo siempre y ha perdido toda intención transformadora convirtiéndose en sinónimo de ven o acude pero mucho más moderno.


Traigo todo esto a colación porque es necesario darse cuenta como las distintas palabras son transformadas en el imaginario colectivo si queremos evitar que pase.

Personalmente no voy a permitir que palabras que para mi significan cosas importantes acaben reforzando a los que ya tienen poder y generando cada vez una mayor acumulación de riqueza y por lo tanto poder (nadie negara que actualmente el poder y la riqueza van de la mano), destrozando cualquier alternativa, haciendo desaparecer todas las soluciones posibles al alcance de la mano hasta que inevitablemente lleguemos a aquella conclusión de que no hay alternativa*. 

La palabra es un elemento de poder y el poder no debe ser acaparado.